sábado, 27 de septiembre de 2014


Julián Pacheco, un anarquista del pincel





















Hoy  presento en mi blog una de mis obras que, en este caso no es un ejercicio plástico sino intelectual.

Al fin, después de algunos años, varios intentos fallidos, y gracias a la ayuda y dedicación de los compañeros que forman la Editorial 7E, hemos conseguido que este libro esté disponible para el público.

Esta obra es el homenaje a un pintor admirable por su trabajo plástico y por su compromiso social y político.

Después de alguna petición, y para que os hagáis una idea sobre el contenido del libro, voy a transcribir el prólogo, una aportación de Mercedes Espiau:



Prólogo


Hacen falta tres ingredientes básicos para escribir un libro como el que prologan estas líneas: sensibilidad, lucidez y rigor científico. Marisol Caldito los reúne los tres pero, además, les suma un valor añadido, su tenacidad.

De hecho sin su empeño tenaz no habría sido posible que esta investigación viera la luz.
Ni el escaso eco que la obra de Julián Pacheco obtuvo en España –donde apenas hubo algunas críticas que mencionaron su existencia-, ni lo escuálido de la producción científica existente
sobre su creación artística han sido un impedimento para la realización de este trabajo.

El afán de su autora por mostraros una personalidad desprejuiciada y compleja como la de
Pacheco, nos devuelve, desde una mirada también desprejuiciada y compleja, a un artista
imperdonablemente ignorado en el contexto cultural español. Un artista doblemente ausente
de nuestro país, tanto por su exilio real como por esa su actitud libertaria, profundamente
ideologizada y permanentemente crítica que lo convirtió muy pronto en un individuo políticamente
incorrecto, incómodo y hasta podríamos decir que maldito para ciertos sectores
bienpensantes e institucionalizados.

Aun así, Marisol Caldito ha sabido describir el depurado retrato de Julián Pacheco como
una figura que ejemplifica la actitud vanguardista de muchos de los creadores de nuestra
historia artística más reciente. Un artista primitivo, creador de una obra que aparece sumergida
en un mundo cuya artificialidad denuncia desde la fuerza de quien se sabe al margen
del sistema. El retrato de un artista, en definitiva, capaz de generar un universo plástico cuya
clara intención comunicativa y de denuncia termina por conducirlo directamente a un injusto
destierro cultural.

Mirar una obra de arte es un hecho frecuente y relativamente fácil para cualquier espectador
interesado; pero mirar una obra de arte y conseguir descifrar sus claves, desvelar
sus intenciones e interpretar su sentido es ya una tarea mucho más compleja. Para empezar
hay que saber mirar, y Marisol Caldito sabe hacerlo desde una posición a la vez sensible
y reflexiva. Su formación artística le permite conocer desde dentro el acto creativo y,
en consecuencia, percibir la obra desde la perspectiva de quien practica e investiga sobre
la naturaleza misma de la forma plástica. Y si para algunos esto puede entenderse como
una manera de jugar con ventaja, lo cierto es que igualmente podría considerarse un hándicap
que lastra y enturbia la necesaria distancia objetiva de la observación científica. Sin
embargo la autora es capaz de superar esa dicotomía para situarse en una posición de análisis
multidisciplinar que nos ofrece una mirada poliédrica, tan compleja y sugestiva, como
la propia obra de Julián Pacheco.

En función de este planteamiento, Marisol Caldito valora la dimensión estética de la
obra de Pacheco, destacando su capacidad de transmitir sensaciones a través del juego
expresivo de unos recursos plásticos empleados por el autor para elaborar una sintaxis
visual que, antes que nada, estimula la experiencia estética, intuitiva y sensible, de la
imagen misma. Una imagen sometida a la disección de esa mirada crítica y escrutadora de
Marisol Caldito quien, a partir de aquí, elabora todo un aparato gráfico que, acompañando
al texto, describe la estructura interna de algunas obras que explican así los mecanismos
de su creación. Y todo ello desde la sagacidad y lucidez de sus observaciones a la hora
de tratar el hecho plástico, al que entiende como un fenómeno complejo e inserto en un
determinado contexto, del que surge, con el que se relaciona y al que alude en muchos de
sus aspectos más significativos.

Pero la experiencia estética no depende solo de nuestra percepción plástica o emocional,
sino también de la dimensión intelectual que acompaña al acto de mirar. Porque mirar
es también pensar, comprender, reflexionar. Y en eso la actitud de la autora es ejemplar.
De tal manera que no solo se sistematiza la producción de Pacheco en relación con
las corrientes estéticas de su momento, sino que también se la emparenta con el pensamiento
y las actitudes del contexto que le toca vivir y que, en última instancia, completan
el sentido final de la obra.

En este aspecto, el rigor científico de las apreciaciones de Marisol Caldito actúa como una
malla que articula, clarificándolo, el tejido sociopolítico, económico y cultural que envuelve
la obra de Pacheco. Ésta queda así perfectamente contextualizada de manera que, a la postre,
el lector termina por comprender el cómo y el porqué de sus incisivas iconografías, de su
transgresora gestualidad, de su vocación comunicativa o de la elocuencia de esos signos
concebidos como la forma libre de una expresión popular que se reconoce en las huellas de
sus muros, se refleja en el lenguaje claro y directo de sus códigos de representación masivos
o se identifica con la coherencia vital que, desde una posición de absoluta libertad, muestra
el automatismo de las creaciones más espontáneas de Pacheco.
Por último, es de justicia reseñar cómo, a partir de una primera investigación realizada en
2005, con motivo de su doctorado en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla,
Marisol Caldito ha elaborado este magnífico texto cuya fluidez narrativa, llena de conocimiento
y expresividad, convoca el interés por la lectura y el placer de la reflexión sobre un
fragmento de nuestra historia más cercana. Todo lo cual hace que, inevitablemente y a partir
de aquí, el presente libro se convierta en referencia obligada para quienes pretendan acercarse
a la vida de ese «cronista de la contrainformación» que fue Julián Pacheco.

Mercedes Espiau Eizaguirre
SEVILLA, ENERO DE 2010


El libro se puede adquirir realizando un pedido mediante correo electrónico a la dirección: solybuentiempo@gmail.com.
También en la FAL y librería Malatesta (Madrid)