martes, 29 de diciembre de 2015

Cajas con nombre propio



Este proyecto, en el que empleo la caja como formato sobre el que verter el arte, es algo más que la decoración de un objeto funcional, es una transformación del objeto funcional en otro artístico.

La idea surgió de una experiencia arteterapéutica con niños con capacidades diversas. Un grupo reducido de niños de primaria con limitaciones en la comunicación. En esta experiencia utilicé la caja como objeto personal y personalizado por ellos. El exterior fue cubierto por colores, collages, pegatinas y fotografías de ellos, el interior fue el receptáculo del conjunto de obras bi y tridimensionales que realizaron a lo largo de los talleres. Fue un trabajo relacionado con la afirmación de la identidad y el refuerzo de la autoestima. La caja como metáfora del ser humano, lo externo como superficial, visible o manifiesto envolviendo lo íntimo, emocional, espiritual o esencial del ser. 

En estas cajas, que muestro aquí, retomo la idea de vincular identidad y receptáculo. Si bien la personalización del objeto no es realizada por la persona a quién se destina sino por la artista. Es algo similar a la realización de un retrato en el que se prescinde de la forma original para captar la esencia de la personalidad. Parte de su naturaleza queda atrapada ahora en las paredes de la caja. El círculo se cierra con el acto de guardar en su interior  aquello que el personaje decide, bien como ritual o como un simple hecho banal o funcional.






Fernando (8 x 8 x 5cm)





Sofía





Luna







Isabel



                                      



Aurora








Ana







Sol (32 x 23 x 16 cm)






Iris (24 x 17 x 9 cm)


Sarai (14,5 x 10,5 x 5 cm)





Maribel (14,5 x 10 x 7,5 cm)





Caja china. Esta obra forma parte de una colección particular de recuerdos personales en tiempos y espacios atrapados para deleitar. (24 x 17 x 9 cm)








La caja de la danza. Deseos de este presente
(30 x 20 x 13,5 cm)











Caja para un cineasta. (37 x 24 x 19 cm)